Recapitulando lo de mi anterior nota, creo firmemente en el "destino" de las cosas.
No siempre hay que estar encima de lo que no nos gusta porque tarde o temprano las ideas maduran y, luego, hay dos opciones: Que maduren al punto de arreglarse solas; o que maduren tanto que se caigan de su propio peso; podridas y depreciadas.
Hay más opciones pero implican un gasto innecesario por parte del afectado; requieren hombro, tripa y lágrimas para quien te quiere vender la fruta más exótica. Por eso yo no me doy mala vida, cuando me doy cuenta que la guanábana está gorda, madura y jugosa, dejo que se caiga sola; así a lo mejor me la baja otro y me la da hecha juguito o simplemente caerá y se la comerán los pájaros que no les importa que esté pasada.
Yo tengo mis propios palos y no me voy a preocupar más por los ajenos.
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