Nunca he sido yo futbolista ni fanático pero tengo que reconocer que en la cultura en que crecí, el fútbol, el Junior, la selección, la copa libertadores, etc, me animaron mucho y me aficionaron. Mi afición por el fútbol es cultural, es algo que no pasa por el campo, no pasa por la bola de trapo o el marco de madera en medio de la calle, es algo con lo cual crecí, soy del Junior porque me lo inculcaron, soy del Junior porque representa mi ciudad, soy del Junior porque puedo decir que ha sido un gran equipo y por tanto mi ciudad ha estado bien representada.
Desde Barranquilla también defiendo otras muestras culturales como la música salsa, la cumbia, la verbena o el bocachico comprado en la puerta de la casa, las defiendo porque crecí con ellas, porque representan las bases de lo que creo que soy.
Por este y otros motivos me niego a soportar que el Junior de lo que creo una gran Barranquilla descienda a una categoría por debajo de la máxima. Para mí ya es una vergüenza que el equipo de mi ciudad del deporte más importante en Colombia no esté entre los mejores pero lo puedo matizar creyendo que es una mala racha, un efecto aleatorio causado por el nivel competitivo del campeonato y absorvible por un devenir de grandeza y éxitos en el futuro. Mas no es así, el equipo ha sido sistemáticamente desmantelado y corrompido de tal forma que es una vergüenza como símbolo de la ciudad y, así mismo, es un símbolo de las vergüenzas de la ciudad. No sé que es peor. No acepto entonces, bajo ningún concepto, que el Junior baje a un segundo nivel, no acepto que un ente de mi cultura sea una vergüenza para mí.
Una de dos, o se mantienen en primera o abandono cualquier tipo de apoyo en adelante.
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